viernes, 20 de febrero de 2009

BOCAS

13 de Mayo del 2005
Amaneció lloviendo. ¿Cielo de mi ciudad, no te fue suficiente con verme llorar toda la noche? ¿O ahora lloras por mí? Te llamaría cielo marica, pero no serían palabras mías, serían de él. Y él no iba a ser mencionado. Pero lo será, sin duda. No puedo, como las víboras, mudar de piel y dejarlo a él en la piel vieja, rasgada contra una roca cualquiera. Malditas víboras afortunadas.

No hay comentarios: