miércoles, 25 de febrero de 2009

SAID

La llovizna que me llevó hasta Alicia ha cesado. Regreso a mí y a mi mar de palabras. Debo aclarar que bailo como si nadie me viera y canto aunque nadie me escuche, pero cuando pienso…va! Pienso como si alguien me escuchara, como si entablara un diálogo con ustedes. Claro, si es que ustedes existen, porque a estas alturas sigo sin saber si yo los imagino o ustedes me imaginan a mí. Bueno, pues mientras camino rumbo a casa, mirando al cielo desangrarse sobre El Castillo (vamos, se que se pueden acostumbrar a mis ataques de cursilería) Mientras camino rumbo a casa, decía, vamos hablando, como decimos aquí, al chile. Venía pensando en algunas cuestiones que me han dado muchas vueltas en la cabeza en los últimos días, relacionadas con aquello a lo que ahora me dedico, al mito que se ha creado alrededor de mi humilde persona y lo que provoca. Si he de ser honesto, diré que se manipular con delicadeza acciones y situaciones para que los hombres queden maravillados conmigo (vaya que ése es justamente mi trabajo). Pero si hubiese de ser más honesto aún, tendría que decir que no se bien cómo funciona la maquinaria que provoca dicha fascinación. Más aún, se que en poco tiempo voy a tener respuestas a mis preguntas. Soy un tipo de certezas.

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