miércoles, 25 de febrero de 2009

SAID

Nunca es más cierto aquello de que “la primera impresión nunca se olvida” que cuando un cliente ve por primera vez a su puto. Supongo que con las putas es igual, pero más glamoroso. No lo sé, nunca he sido puta ni cliente de una, pero también me queda claro que la famosa primera impresión no es cuestión de género. Uff, comenzó a soplar un viento frío, afortunadamente sólo faltan unos metros. Decía que tomo en cuenta mucho la primera impresión. La llave se atora en el noventa por ciento de los casos, cuéntenlos bien. Aunque algunos te contraten como carne por kilo y esperen a la primera ver a un tipo con ropa que parece más bien un guante de látex, vale la pena tomar en cuenta el lugar de encuentro, el tono de voz del cliente y por supuesto cualquier sugerencia implícita o explícita que haya ocurrido durante la primera llamada. Es la parte que si conozco. El objetivo es verte como él espera que te verás, o mejor. Dicho lo anterior, escogeré un pantalón de mezclilla algo ajustado y una playera de corte ajustado también, pero no demasiado entallada. En casos como éste, de citas en hoteles o bares, la ropa ligeramente ajustada no falla ya que regularmente implican un paso veloz a la segunda etapa que hoy llamaremos Piernas Apuntando al Infinito. Por supuesto que cuando se trata de una cita para acompañamiento (triste la palabra en casi cualquier contexto, cierto) todo cambia, pero me queda poco tiempo y prefiero apresurarme ya que nunca, hasta hoy, he llegado tarde.

Me gusta el Four Seasons porque no discriminan. Ellos aprendieron hace mucho que ni tus rasgos ni tu color de piel ni la manera en que vistes indican el límite de tu tarjeta de crédito ni el tamaño de tus propinas. Lo que seguramente discriminarán es la Pobreza Probada, pero sólo algunos vendedorcitos y algunas indígenas que piden limosna en las calles cercanas tienen esa p en la frente. De cualquier manera, la mayoría de los que pertenecen al grupo de Pobreza Probada no se acercarán nunca al Four Seasons o mejor aún para ellos, no saben dónde está. Pero decía que da gusto venir aquí. No hay tipos de seguridad casi persiguiéndote hasta el elevador y en la recepción reciben a los prostitutos con un “Buenas tardes, señor”. Eso es elegancia.

2 comentarios:

Lucho dijo...

No mames la historia!!!!

woaaaaaaaaaaah!
ya soy tu fan!!
gracias por pasarte por mi blog..
te seguiré desde ahora..!!

Gus dijo...

Wow! Gracias por el comentario. No esperaba que te dieras una vuelta por acá, pero me da mucho gusto. Leíste todo desde el principio? Es recomendable para que entiendas todo el rollo.

Te mando un abrazote y todos los besos.